jueves, 9 de junio de 2016

Todas deberíamos estudiar en valenciano

Hay que potenciar una política lingüística inclusiva


José Francisco Michelli Parra
en colaboración con Santiago Soriano Catalá

El otro día conversaba con un amigo que se va a presentar a oposiciones para maestro. Tiene la capacitación en valenciano y, sin ese título, le resultaría imposible siquiera inscribirse para opositar: “menos mal que decidí cursar parte de las asignaturas del grado en Magisterio, en valenciano, pero al principio me costó mucho”. Una amiga suya, que se presenta a las oposiciones de enfermería, necesita aprobar la prueba del Mitjà para sumar puntos que la dejen en una mejor posición, pero le cuesta “sobre todo, hablar valenciano de manera fluida”. Ambos son nacidos en la Comunidad Valenciana y cursaron la línea castellana en primaria y secundaria. Mi amigo dice que si volviera atrás, estudiaría todo en valenciano y que como futuro docente, recomienda a todas las personas hacerlo.

Para optar a un puesto de trabajo en cualquier institución pública de la Comunidad Valenciana, tener un título en la lengua cooficial es una ventaja y así lo señala la Llei d’ús i ensenyament del valencià y la normativa posterior, esta es una razón de peso para que todas las personas estudiemos en valenciano, principalmente aquellas que son de origen extranjero, pertenecen a minorías étnicas y culturales y/o cuyos padres/madres son castellanohablantes, que por cierto, son las que menos oportunidades tienen para el aprendizaje del idioma. Partir de esta premisa deja a un lado la discusión sobre las reivindicaciones históricas del valenciano o la defensa e imposición del castellano como lengua unificadora del Reino de España, lo que está en juego para la población es la inclusión educativa, la cohesión social y la igualdad de oportunidades.

En Elche ha aumentado el número de familias que ha elegido el valenciano como primera opción para matricular a las niñas y niños de 2 y 3 años en la ciudad, para el próximo curso, de acuerdo a datos de la Concejalía de Educación. De 2.027 instancias presentadas, 536 han escogido esta lengua. En Elche la mayoría de las personas son castellanohablantes, pero una de las razones de esta elección es que el valenciano está asociado a la calidad educativa porque en las aulas donde se imparte esta línea hay menos presencia de alumnado de origen extranjero y de minorías culturales y también porque en algunos casos hay menos ratio por aula, lo que le otorga un elemento de estatus: se piensa que las clases de valenciano tienen más nivel por no contar con estudiantes extranjeros y/o pertenecientes a minorías, una frase dicha incluso por algún maestro.

En los últimos 15 años la línea en valenciano se ha utilizado en muchos casos para crear guetos dentro de los propios centros educativos de Elche y de la Comunidad Valenciana, pero también para crear colegios con itinerarios educativos diferenciados en un mismo barrio, entre los que ofertan únicamente programa plurilingüe de enseñanza en valenciano PPEV y otros que ofrecen el programa plurilingüe de enseñanza en castellano PPEC, de acuerdo a la actual legislación, o ambos. El otro problema es que aún cuando la diferencia entre asistir a un programa u otro es que en el PPEV se imparte una asignatura más en valenciano que en el PPEC, nos encontramos con que en el programa en castellano los niveles de exigencia con respecto al valenciano se reducen a su mínima expresión.

Cuando uno pregunta a qué se debe este fenómeno, obtiene múltiples respuestas. Miembros de los equipos directivos señalan que muchas madres y padres, sobre todo los de origen extranjero y de minorías culturales, no quieren matricular a sus hijos en el PPEV; mientras que las madres y padres dicen que “tienen miedo al fracaso de sus hijos e hijas”, al no poder garantizarles refuerzo en casa del idioma o sencillamente no entienden “para qué les va a servir en la vida”. Los centros tienen la capacidad para generar políticas que garanticen una mayor heterogeneidad en sus aulas pero no lo pueden hacer solos, necesitan contar con toda la comunidad educativa. El primer paso es cambiar los modos en que se informa a las familias sobre la importancia del valenciano, sobre todo a las que están en desventajas, y/o asumir el PPEV para todo el centro como política de inclusión educativa.

En el barrio Carrús de Elche viven cerca de 70.000 personas, lo que lo convierte en el más poblado de la ciudad, pero también el de mayor vulnerabilidad socieconómica, sobre todo en su zona Este, que cuenta con una tasa de población extranjera no comunitaria del 24,8% cuando el de toda la ciudad es de 9,8%, según el último estudio del Observatorio Socioeconómico del Ayuntamiento de Elche. En Carrús Este hay tres centros concertados y seis centros públicos, uno con el programa lingüístico únicamente en valenciano, el Eugeni d'Ors, y los otros cinco con el programa lingüístico exclusivamente en castellano, dos de estos son Centros de Acción Educativa Singular (Caes),  y todos ellos forman parte de la Zona Escolar número 1. Muchos de estos centros son guetos en sí mismos y aunque la nueva política de admisión ha intentado reorganizar la distribución del alumnado, el problema de la guetización lingüística permanece.

En Carrús Oeste, que conforma la Zona Escolar número 2, hay dos centros concertados y siete públicos, de los cuales uno tiene el programa exclusivamente en valenciano, tres en castellano y los tres restantes imparten enseñanza en ambos programas, PPEV y PPEC. Tanto en Carrús Este como en Carrús Oeste, aparte de la presencia de personas de origen extranjero y minorías étnicas y culturales, también nos encontramos con una población de origen español tras sucesivas migraciones internas durante el siglo XX, cuya lengua materna es el castellano. En este caso la política lingüística de los centros ha ido configurando guetos con una presencia mayoritaria de alumnado de origen español en la línea en valenciano y de alumnado de origen extranjero y perteneciente a minorías en la línea en castellano.

No hay estudios en los que pueda basarme, tan solo el testimonio de madres y padres que dicen matricular a sus hijos e hijas en el PPEV porque no van inmigrantes. Desde luego que hay otras razones, pero el uso del programa en valenciano como forma de diferenciación social es una realidad. De allí la importancia de incorporar al debate sobre la segregación escolar el tema lingüístico, pensando en que desde los centros se puede trabajar la cohesión social si damos la misma igualdad de oportunidades para el aprendizaje del valenciano, lo que permitirá configurar centros y aulas que representen la diversidad social y cultural de nuestro territorio.

Necesitamos que esa diversidad cultural y social esté presente en todas las instituciones públicas en un futuro, que todas estemos representadas en los espacios económicos, políticos y sociales, pero no porque dependa de un esfuerzo estrictamente individual, sino porque lo resolvemos de manera colectiva, dando herramientas a todas las personas.  Una de las formas de garantizarlo es a través de una política educativa capaz de generar espacios de socialización lingüística, como la escuela.

Hay muchos mitos con respecto a los idiomas. Ante las dudas, lo mejor es recurrir a las evidencias científicas. El lingüista Noam Chomsky sugirió que todas las personas “estamos provistas de un instrumento natural para el lenguaje”. El científico Steven Pinker realizó estudios que confirman la propuesta de Chomsky. Si partimos de esta premisa, todos somos potenciales aprendices de una lengua, aún cuando no sea la materna, no un obstáculo para que otros aprendan, y cuanto antes se creen espacios de socialización lingüística para el aprendizaje oral de las lenguas, los niños y niñas adquieren competencias similares a los hablantes nativos. Es decir, lo mejor es potenciar la escolarización en el programa en valenciano del alumnado de origen extranjero y de minorías étnicas y culturales desde la educación infantil. 

Diversos estudios realizados en Canadá y en Cataluña evidencian que el aprendizaje en entornos bilingües ayuda a superar las barreras socioeconómicas y culturales, para que niños y niñas potencien sus habilidades académicas lingüísticas y no lingüísticas. “Cuanto más alto es el nivel de bilingüismo, mejores son los resultados en una tercera lengua”, que en nuestro caso sería el inglés. Esto implica que el alumnado, al adquirir una nueva lengua, se beneficia de las habilidades lingüísticas adquiridas en otras lenguas, que transfieren a una tercera lengua, tal como expresa la hipótesis de interdependencia lingüística de Cummins.

En un estudio realizado por los investigadores Judith Oller e Ignasi Vila de la Universitat de Girona, sobre la adquisición de la lengua de la escuela por parte del alumnado de origen árabe, rumano y latinoamericano, el alumnado es capaz de establecer relaciones de interdependencia lingüística entre las tres lenguas, en el caso de árabes y rumanos, y en el caso de los latinoamericanos entre el castellano y el catalán, principalmente en habilidades relacionadas con la lengua escrita y los mejores resultados los obtiene el alumnado que ha sido escolarizado en catalán desde la educación infantil. 

Ignasi Vila propone en su conferencia “Pràctiques educatives en entorns plurilingües” que los centros educativos deben convertirse en espacios que maximicen el uso de la lengua escolar, aportando la mayor cantidad de interacciones posibles entre docentes,  alumnado y familias, tanto dentro como fuera del horario lectivo, incluida la enseñanza del idioma vehicular a la comunidad educativa, entre otras muchas recomendaciones, porque el castellano está garantizado para todas las personas en los medios de comunicación, en la calle y en las casas, en el caso de los castellanohablantes, pero el valenciano no, sobre todo en las ciudades grandes como Elche y en las comarcas del sur.


Después de todo, lo importante es que todos los niños y niñas tengan la oportunidad de sentirse plenamente integrados y de ser las futuras médicas, maestras, los enfermeros, educadores, las alcaldesas, diputadas, administrativas de las oficinas públicas, fisioterapeutas o cualquier profesión que elijan sin que la competencia en la lengua cooficial sea una desventaja, sino una habilidad de todas las personas.